Don Juan Barrera ha elaborado dulces artesanales en Tecpan por más de 50 años
Aprendió el oficio en Teloloapan; ninguno de sus hijos quiso hacerlo
Fue precisamente un 30 de abril, Día del Niño, cuando Juan Barrera Carvajal aprendió a elaborar dulces tradicionales mexicanos, a la edad de 20 años, sin imaginar que la elaboración y venta de esos productos sería su principal actividad económica durante más de 50 años en Tecpan.
El hombre de aproximadamente 80 años de edad cuenta que aprendió a hacer los dulces en su tierra natal Teloloapan, donde el señor José Linos le enseñó a elaborarlos de forma masiva para la venta. Sus dulces los vende en el atrio de la iglesia de Tecpan, donde coloca una pequeña mesa en la que ofrece dulces de leche, de papaya, chilacayote, calabaza, camote, cacahuates garapiñados y confite, sin faltar el dulce de coco tradicional de la región.
Su persona se ha convertido en imagen que forma parte del escenario del templo de la cabecera municipal.
También conocido como don Juan el dulcero, es el único que se dedica a la elaboración y venta de dulces tradicionales en Tecpan, y quizá sea el único que queda, según dice, ya que asegura que las grandes empresas de dulces han desplazado a los hechos de manera artesanal.
El hombre, que jamás pudo asistir a la escuela, contó que con su pequeño negocio durante más de 50 años ha podido sacar adelante a sus ocho hijos: Adrián, Romana, Elía, Rufino, Margarita, Teresa, Martha y Francisco, los dos últimos ya finados.
Juan Barrera Carvajal es originario de Teloloapan. Sus padres fueron Ignacio Barrera y Abigail Carvajal. Según contó, por cosas de la vida jamás conoció a su padre y a su madre la perdió cuando tenía tres años, por lo que, junto con su hermano, Donaciano, quedaron al cuidado de sus abuelos, donde por interés individual procuraba aprender a leer y escribir al mismo tiempo que sumar y restar, con la ayuda del silabario que se usaba en aquellos años.
Desde pequeño, don Juan se dedicó al campo para ayudar con los gastos de la casa en la siembra y venta de maíz, frijol, cacahuate, y de joven se dedicó a la albañilería, lo que le permitió ingresar a trabajar a la fábrica de hielo de su pueblo, primero, en la construcción del inmueble, y después, como empleado de la misma empresa.
Sin embargo, al ver que las cosas no funcionaban dentro de esa industria aceptó el consejo de su suegro de trasladarse a Tecpan y dedicarse a la venta de dulces.
Consultado sobre su actividad, don Juan contó que a ninguno de sus hijos les interesó seguir la tradición de la elaboración de los dulces, por lo que decidió que sus recetas las conociera uno de sus sobrinos, pero éste no le dio importancia y se desentendió del asunto, sin pensar que ese oficio le dio fama a su abuelo.
Para muchos habitantes de Tecpan, don Juan fue el hombre que endulzó la vida de muchos tecpanecos durante los años 80 y 90.