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Abogadas enfrentan techos de cristal y lideran cambios en derecho mexicano

Ulises Soriano

Ciudad de México, 12 Jul (Crisol).- A lo largo de la historia de México, abogadas y abogados han desarrollado un papel importante en el crecimiento del país; sin embargo, para Patricia Lira Alonso, académica de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el papel de las mujeres “sigue dándose bajo los llamados ‘techos de cristal’” y no ocupan puestos de alta ejecución y liderazgo.

En el marco del Día del Abogado, la académica, a partir del punto de vista de género y explicó que de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en el país hay 442 mil abogados, 40 por ciento son mujeres, pero su actuación “sigue dándose bajo los llamados ‘techos de cristal’, la mayoría de las posiciones que ocupamos en este campo es como litigantes; es decir, en puestos que no son de alta ejecución o de liderazgo”.

La jurista universitaria indicó que la plataforma digital de Abogadas Mx, asociación sin fines de lucro, la cual busca incidir en la trayectoria de estas profesionales en México, reveló que “si se buscara describir a la abogada ‘promedio’ en el país, estaríamos hablando de una mujer entre 30 y 39 años, soltera o divorciada, y sin hijos, que cuenta con una escolaridad de licenciatura, trabaja en el gobierno y percibe un salario promedio de 11 mil 900 pesos mensuales”.

Acotó que quienes tienen cargos de liderazgo con frecuencia son “denostadas”, “sacrificadas” por cuestiones de familia o su vida personal. En ocasiones se observa que al acceder a esos puestos deben cambiar su forma de ser para sobrevivir en áreas del derecho consideradas todavía para hombres, en donde su capacidad está limitada, es decir, “no puedes ser penalista, sino abogada en derecho familiar”, mencionó Patricia Lira.

Y aunque entre la población con estudios universitarios el porcentaje de hombres que estudiaron derecho se ha mantenido relativamente estable, a lo largo del tiempo el porcentaje de mujeres con esta formación ha aumentado.

La especialista en derechos humanos recuerda que en el libro “El jurista y el simulador de derecho”, del abogado Ignacio Burgoa Orihuela, se menciona que existen cuatro tipologías: el jurisconsulto, el juez, el maestro en derecho y el abogado. A su vez, estas figuras se conjugan en una sola, el jurista, pero todos pueden ser jurisconsultos, es decir, dedicados al estudio, interpretación y aplicación del derecho.

Lo más importante de esas tipologías es que tienen elementos en común: “los valores que rigen a nuestro ejercicio profesional, entre ellos la impartición de justicia de manera imparcial y con alto sentido ético, donde abogados y jueces sean incorruptibles”.

Pero también “hay simuladores del derecho que, contrario a quienes cursan la carrera y desarrollan un criterio jurídico en pro de los valores de nuestra profesión, solo se dedican a mercantilizar la propia carrera, a engañar a la gente. Es importante hacer esta distinción, no cualquier persona llega a ser jurista”.

Patricia Lira apuntó que las abogadas son motor de cambio en la abogacía del siglo XXI, es un momento importante para impulsarlo y motivar, a partir de una perspectiva de género, estas transformaciones sociales necesarias, pues durante siglos varias de las exigencias de ellas han sido invisibilizadas; “seguimos subrepresentadas, por lo que debemos pensar en legislaciones más empáticas”.

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