Llega la Tradicional Pastorela Mexicana al Claustro del Instituto Cultural Helénico
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Más de 25 actores llenan el escenario de color, música y baile
Cd. de México, 12 dic (Crisol).- Las fiestas de Navidad ya están aquí y con ella la temporada 2024 de la Tradicional Pastorela Mexicana encabezada por Edgar Vivar, quien acompañado por un gran elenco buscará reunir a la familia y compartir con las generaciones jóvenes el amor y gusto por las tradiciones, así como enseñarles la importancia de preservar la nuestra identidad.
Del 19 al 29 de diciembre próximos, el Claustro del Instituto Cultural Helénico, se transformará, como cada año, en un mágico espacio donde los pastorcillos luchan contra las tentaciones del diablo.
En un espectáculo de luz y sonido, la pastorela comienza contando brevemente la historia de cómo surge esta tradición popular, con un baile prehispánico, un indígena adora a sus deidades, con la llegada de los españoles comienza la evangelización católica representada con un pequeño verso de Sor Juana Inés de La cruz, interpretado por marionetas al estilo del siglo XVII.
Con más de veinticinco actores en escena encabezados por el primer actor Édgar Vivar como el abuelo Goyo, bailarines, banda musical, alebrijes y mojigangas, todos ellos con vistosos y alegres trajes tradicionales pintados a mano, atrapan el entusiasmo del público.
La Tradicional Pastorela Mexicana presenta las aventuras de los siete pecados capitales, representados por un pelotón de demonios que tienta a los pastores, custodiados por el Arcángel San Miguel y su escudero San Rafael, montado en un burro.
La batalla entre el bien y el mal termina emulando una corrida de toros y una pelea de gallos, en medio de una gran fiesta navideña llena de color, música, baile y alegría.
En esta sui generis pastorela, los asistentes son recibidos con un ponche caliente para disfrutar mejor el espectáculo, además de que se recomienda llegar bien abrigado porque la función es a la intemperie.
Luego de más de una hora de risas y diversión, los asistentes se convierten en los peregrinos que piden posada y arrullan al niño Dios, además de participar en rifas, siempre y cuando conozcan el significado de los picos de la piñata, entre otras tradiciones de la época. La experiencia culmina con un convivio entre actores y público, al sabor de tamales oaxaqueños y atole, para calentarse del frío.