Las mujeres, en primera línea en la lucha por las libertades en Irán

Teherán, 6 mar (EFE).- Las mujeres se encuentran en primera línea en la lucha por las libertades civiles en la República Islámica de Irán, donde se enfrentan a una doble represión: la que sufren los iraníes en general y la que además recae sobre ellas por el hecho de ser mujeres.
No es casualidad que los principales activistas en el país persa sean mujeres como la premio Nobel de la Paz Narges Mohammadi, la abogada Nasrin Sotudeh, Shirin Ebadi, Atena Daemi o Sepideh Qolian y también una multitud de iraníes que se niegan a diario a usar el obligatorio velo islámico.
“La República Islámica se posicionó desde el primer día en contra de las mujeres y las reprimió. Institucionalizó esa represión”, dice a EFE Mohammadi, quien se encuentra en libertad desde diciembre por motivos médicos tras ser encarcelada por última vez en 2021.
La activista, de 52 años, menciona las leyes que se aprobaron en el Parlamento tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 y que establecen que las mujeres casadas necesitan el permiso del marido para estudiar, trabajar o tener pasaporte, por ejemplo.
Por ello para Mohammadi era casi inevitable que las mujeres le hicieran frente a “un sistema político que básicamente es antifeminista”, como ocurrió en las protestas de ‘mujer, vida y libertad’ desatadas por la muerte de Mahsa Amini tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo en 2022.
Las primeras informaciones de la detención y muerte de Amini, así como de su entierro, fueron realizadas, como no, por dos mujeres periodistas: Nilufar Hamedi y Elahe Mohammadi, quienes fueron condenadas por ello a penas de prisión y más tarde indultadas.
Las protestas de ‘mujer, vida, libertad’ se apagaron tras una represión estatal que causó al menos 500 muertos, pero Mohammadi considera que la lucha continúa con todas las mujeres que ahora se niegan a usar la prenda islámica, algo que va más allá de un simple trozo de tela.
“Creo que la lucha contra el hiyab (el velo) obligatorio no tiene solo el objetivo de poner fin al hiyab obligatorio sino que está encaminado a alcanzar las libertades básicas y la dignidad del ser humano”, asegura la activista que ha sido arrestada en trece ocasiones y condenada en nueve.
Una lucha con graves peligros, como demuestran las sentencias a muerte en 2024 de la activista Verisheh Moradi, la sindicalista Sharifeh Mohammadi y la trabajadora social Pakhshan Azizi, en los primeros casos en 14 años en que se condena a la pena capital a mujeres por su activismo.
Mohammadi considera esas sentencias como una “venganza” por las protestas de ‘mujer, vida, libertad’ de 2022.
Control del cuerpo
La abogada Nasrin Sotudeh también ve en esas condenas a muerte “una clara y evidente venganza” por las protestas y coincide con Mohammadi en que la represión que sufren las mujeres las ha llevado a ser “más valientes para recuperar sus derechos básicos”.
Y, sobre todo, apunta al control del cuerpo de la mujer como el punto de partida de la discriminación.
“Puedo decir con seguridad que el origen de todas las desigualdades comenzó con el control sobre el cuerpo de la mujer con el fin de convertirlas en esclavas”, sostiene en referencia al velo la activista, que fue galardonada con el premio Sájarov del Parlamento Europeo en 2012 por su labor en defensa de los derechos humanos.
La abogada, de 61 años, ha pagado un alto precio por su activismo y ha pasado largas temporadas entre rejas por defender a mujeres arrestadas por quitarse públicamente el velo.
Fue condenada por última vez en 2023 tras asistir al entierro de Armita Gravand, una joven que murió tras sufrir una supuesta agresión por no llevar puesto el hiyab en el metro de Teherán, aunque se encuentra en libertad por motivos de salud.
Para Sotudeh la única vía que les queda a las iraníes es la protesta civil y reclamar sus derechos en las calles porque el sistema político iraní no tiene intención de reformarse.
“Este es el camino que las mujeres han seguido durante años y parece que es el único camino para recuperar nuestros derechos”, asegura.
Eso es lo que hacen muchas mujeres en las calles de Teherán con el simple gesto de no cubrirse con un velo, símbolo de desobediencia civil contra la República Islámica desde la muerte de Amini.