Cada 13 de abril, se celebra el Día Internacional del Beso

Un acto físico que puede tener distintos significados, características y efectos
Cd. de México, 13 de abr (Crisol).- En un beso erótico, en el cual hay intercambio de fluidos como la saliva, se lleva a cabo una comparación de sistemas inmunes de manera inconsciente, “no se nota en el olor, el sabor, pero sí hay una reacción. Cuando los sistemas inmunes son muy similares o muy distintos se provoca rechazo. Si desde el beso no hay click, no se despierta interés”.
Así lo explica el profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM, Manuel González Oscoy, con motivo del Día Internacional del Beso, que se celebra el 13 de abril, y quien detalla que esta “comparación” está relacionada con el índice de histocompatibilidad mayor, en el cual intervienen células y tejidos.
Se sabe, expuso, que en la saliva se va construyendo “una especie de recuerdo inmunológico de los anticuerpos que hemos ido desarrollando con las infecciones y las enfermedades”.
El universitario abundó que el beso es un proceso complejo de la comunicación y de las relaciones humanas, aunque aparentemente es algo cotidiano y sencillo. Es social en esencia, implica al menos a dos personas en una exploración sensorial, motora y psicológica.
En el beso intervienen también cuestiones químicas y fisiológicas: aumenta la producción de neurotransmisores como la dopamina relacionada con el placer, al igual que de serotonina. “La dopamina provoca el placer del momento y la serotonina, la sensación de bienestar posterior. Me siento bien una vez que acabó”, explicó.
Además, incrementa la oxitocina que es el neuroquímico del vínculo. “Aparece prácticamente desde el nacimiento, antes se consideraba que era el instinto maternal, pero en realidad este es el vínculo, en general. Entonces, uno empieza a sentir apego hacia la otra persona”, puntualiza.
Cuando se besa se abren los labios y puede darse el toque de lenguas y la exploración de la boca del otro. El contacto físico cercano también favorece la percepción de las feromonas, que no son un olor como tal, sino una sustancia aromática que llega a través del aire, “se pesca” con la nariz, pero se percibe con el órgano vomeronasal -auxiliar del olfato- que está situado abajo de la cavidad nasal.
Al intercambiar saliva también hay cambio de testosterona, que es el neuroquímico del deseo sexual. “Con estas ayudas químicas el beso se erotiza, buscando un fin biológico: la reproducción. Previo está la atracción, la seducción y, posteriormente, el erotismo y la relación fija de pareja, la monogamia”.
Besar “es algo que se va aprendiendo de una manera ’casi silvestre’, por ensayo y error, como se puede, y a veces la pareja es quien nos va enseñando”, concluyó el académico.