Noche de luz y memoria histórica en el corazón de Tenochtitlán

Sebastián Alberto Pizá Ruiz /Crónica
Cd. de México, 29 jul (Crisol).- Preservar la memoria, valorar las raíces y abrazar el orgullo indígena como parte esencial del presente y futuro de México, fue el mensaje principal de la ceremonia conmemorativa por los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan en el Zócalo capitalino, este fin de semana.
En el marco de la celebración, cada noche desde el 11 de julio, se llevó a cabo el espectáculo “Memoria Luminosa” y el domingo, durante la última función, apenas saliendo del metro apareció ante mí la colosal proyección de imágenes sobre la piedra de las fachadas del Palacio Nacional y de la catedral.
La Coatlicue se levantaba en el centro junto al asta bandera, justo detrás estaba Coyolxauhqui, de un lado Tlaltecuhtli y del otro la Piedra del Sol y el Teocalli. Las esculturas y los edificios del Zócalo entablaron una conversación milenaria con la historia de Tenochtitlán.
Las voces de Damián Alcázar, Fernanda Tapia, Mercedes Hernández, Mardonio Carballo, Margarita Castillo y Gilberto Mendoza retumbaban en las antiguas edificaciones rocosas mientras el espectáculo de luces, imágenes, arte y sonido transmitían distintas emociones que provenían desde hace más de 700 años de las provincias mexicas.
El paseo audiovisual creado por Argel Gómez Concheiro, el director, guionista y productor general, se inició en la antesala de los pueblos más antiguos y se abre paso al antiguo mito del águila que devora a una serpiente en medio del lago de Texcoco donde se asientan los primeros colonos de lo que sería la megalópolis del imperio Mexica.
El desarrollo de la infraestructura de una de las ciudades del mundo, que en ese momento se comparaba con Constantinopla, Beijing, El Cairo, París o Nápoles, contaba con una población de entre 200 y 300 mil habitantes, fue lo que encontraron los españoles a su llegada. La historia de la conquista hizo énfasis en “La Noche Victoriosa” y no dejó de lado la falsa idea de los “traidores” tlaxcaltecas.
Fray Bernardino de Sahagún y el resto de los evangelistas rescataron y reestructuraron la historia Mexica. Fueron quienes nos enseñaron a llamarle Azteca y empezaron una ola de sincretismo religioso indígena-católico que nunca se detuvo hasta llegar al momento de la aparición de La Virgen de Guadalupe a quienes algunos llaman La Gran Madre Tonantzin.
El guion histórico incluyó a la décima musa, Sor Juana Inés de la Cruz quien por su talento bien pudo haber sido la segunda Mnemósine, (Diosa de la memoria), nuestra Galileo, nuestra Copérnico, o nuestra Giordano Bruno que desafió a la iglesia, demostrando que una mujer podía humillar a un montón de hombres de un juzgado de eruditos y no tuvieron más remedio que limitarla sin el éxito de borrarla.
No faltaron las historias fundacionales de la Ciudad de México como la gran inundación del diluvio de 1629, el motín del hambre en 1692, el surgimiento de la ilustración en México y el descubrimiento de los vestigios arqueológicos del templo mayor en 1790.
La Independencia, la Revolución Mexicana y el desarrollo artístico del muralismo, la música, así como la expropiación petrolera, el cine de oro mexicano y el desarrollo tecnológico, nos llevaron a distintos momentos de orgullo.
En contraparte, el Movimiento y la Matanza del 68. Diez años después, el primer movimiento por los Desaparecidos, el primero de una serie de movimientos por la justicia, le siguieron los hijos del 68, las viviendas tras el terremoto del 85, la lucha feminista y la comunidad LGBT, entre los principales.
Las 34 funciones del espectáculo “Memoria Luminosa” fueron presenciadas por un millón y medio de personas, de acuerdo con cifras del gobierno de la Ciudad de México. El elenco se integró por más de 200 personas entre diseñadores, ilustradores, animadores y técnicos, así como una mención especial de la inteligencia artificial.
La visita al zócalo fue una oportunidad para maravillarnos con las esculturas gigantes que poblaban la explanada, mientras que al igual que familias enteras, degustaban desde elotes, platanitos fritos y/o algodones de azúcar. Cuando me fui, el eco de las imágenes seguía.