Herederos de los antiguos amantecas luchan por mantener vivo el arte plumario
Foto/ Códice Florentino: recoge en 2 mil 500 ilustraciones el conocimiento de los pueblos indígenas precolombinos y del México colonial con sus dioses, calendarios y profesiones, destaca la importancia del arte plumario.
Segunda parte y última
Rafael Maya
Ciudad de México, 1 sep (Crisol).- Algunas publicaciones han documentado la labor de los pocos artistas, -herederos de los antiguos amantecas- que luchan por mantener vivo el arte plumario en México. Uno de ellos es Eliseo Ramírez, quien a sus 89 años de edad y ya con discapacidad visual, llama a rescatar esta expresión cultural.
El originario de Tlaxiaco, Oaxaca, suma más de 120 obras creadas con plumas de aves desde hace 30 años. Durante una conferencia de 2013, Ramírez advirtió que sólo quedaban alrededor de 30 personas en el país que se dedicaban a este arte prehispánico.
“Fue orgullo de todos nuestros pueblos y no podemos permitir que se pierda”, dijo en su momento Ramírez, quien ha dictado decenas de conferencias en México y el mundo sobre el tema, y ha montado exposiciones e impartido talleres. También dedicó gran parte de su vida a investigar sobre las técnicas, adhesivos, construcción y elaboración del arte plumario que emplearon los amantecas originales.
Si bien las plumas preciosas actualmente tienen un alto costo económico y ambiental, Ramírez ha propuesto que este arte se realice con plumas de aves cotidianas como los pericos australianos, aprovechando su periodo de muda, tal y como se hizo en los tiempos antiguos.
También se podrían aprovechar las plumas de aves comestibles como los patos, guajolotes y codornices, consideró el amanteca. Además, destacó don Eliseo, uno de los pegamentos que se usaban para fijar la pluma -la cera de Campeche- aún está vigente.
Otro artista reconocido que pugna por evitar la extinción del arte plumario es el también oaxaqueño Román Gutiérrez Ruiz, quien se ha dado a la tarea de recuperar este proceso que había desaparecido en los últimos 250 años.
Gutiérrez se ha enfocado en rescatar la técnica del hilado de pluma torcida, el cual era un método prehispánico en el que dos hilos de algodón se tuercen juntos para sostener el plumón. Así, al dar vuelta a la especie de rueca que en esa época utilizaban, se va creando el hilo con el que se diseñaban los tejidos plumarios.
“Soy uno de los artesanos que le gusta compartir lo que he investigado y realizado. Uno de los peores errores de uno es querer llevarse el conocimiento a la tumba”, dijo el amanteca moderno durante el Primer Encuentro de Conservación de Arte Plumario, organizado en 2014 por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Finalmente, pero no menos importante, la maestra e impulsora de esta expresión artística en Michoacán, Yolanda Sereno, se ha dedicado a preservar la técnica de mosaico, la cual -según definió- “es el oficio de realizar reproducciones de imágenes de diseños prehispánicos e ideográficos, religiosos del culto católico y contemporáneos, con fragmentos de plumas multicolores de aves del trópico”.
A inicios del siglo XXI, Sereno impulsó un Taller Experimental de Plumaria en el exconvento de Tiripetío, por lo que este arte comenzó a difundirse entre personas interesadas en aprender la técnica de mosaico (en su mayoría mujeres). Años después se abrió una escuela de arte plumario en Morelia.
Es de destacar que la producción de arte plumario en Michoacán es sobre todo de cuadros elaborados, total o parcialmente, con pluma natural, teñida y en diferentes soportes como cartones, maderas y papeles gruesos. También se elabora arte-objeto con cajas, cruces de ornato, barro, joyería, máscaras e incluso cascarones de huevo de avestruz que se revisten con plumas.
Según un artículo publicado en un Boletín del Archivo General de la Nación de 2018, hasta ese año era “bastante reducido el número de oficiales de la pluma en el país que aportan al rescate, con trabajos de calidad, de esta herencia cultural en Tabasco, Puebla, Hidalgo, Nuevo León, Veracruz y la Ciudad de México, aunque es en Michoacán donde se encuentra el mayor número de plumajeros”.