En los últimos años, el volcán de Fuego ha estado en una fase de actividad intermitente, con erupciones esporádicas que han generado cenizas y flujos piroclásticos. Esto ha provocado el desalojo de miles de personas que viven en las zonas aledañas al volcán. El gobierno guatemalteco ha implementado medidas para proteger a la población local y prevenir daños mayores.
Las autoridades han instalado equipamiento para monitorear el comportamiento del volcán y alertar a la población sobre posibles erupciones inminentes. Además, se han realizado campañas educativas para informar a los habitantes acerca de los riesgos asociados con el volcán y cómo prepararse ante una emergencia. Estas medidas ayudan a reducir el impacto negativo que las erupciones del Volcan de Fuego tienen sobre la región circundante.
