Lewis Strauss, el enemigo de Oppenheimer, el padre de la bomba atómica
En la película “Oppenheimer” de Christopher Nolan, ganadora de 7 Oscars en la gala del pasado domingo, se plasma la vida de J. Robert Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, desde sus años de universidad, pasando por el momento en el que lidera el famoso laboratorio de Los Álamos, hasta el declive de su carrera años después.
Pero también vemos a un político hábil, que les habla al oído a los presidentes de Estados Unidos en materia nuclear y pone una y otra vez en duda las intenciones de Oppenheimer, de quien sospecha que tiene simpatías comunistas.
Se trata de Lewis Strauss, interpretado por Robert Downey Jr., quien logró el Oscar al Mejor Actor Secundario. Strauss fue en la vida real un funcionario con gran poder e influencia en Washington a mediados del siglo XX en temas de energía nuclear.
Desconfiaba de Oppenheimer. Estaban en orillas ideológicas opuestas y a lo largo de los años tuvieron visiones divergentes sobre la energía nuclear que se fueron mezclando con rencillas personales.
Entre Oppenheimer, el científico, y Strauss, el político, perduró un conflicto que, como vemos en la película, terminó teniendo un alto coste para ambos.
Strauss, judío, nació en Virginia Occidental, aspiraba a ser físico y a diferencia de Oppenheimer, que vivía en una zona lujosa de Manhattan y tenía una colección de arte extensa, su familia atravesaba dificultades económicas, incluso tuvo que dedicarse a vender zapatos durante varios años.
Siendo aún muy joven, desarrolló una gran admiración por Herbert Hoover, un político republicano que sería presidente de Estados Unidos años después. Tanta que se ofreció para ser su asistente sin pedir un centavo a cambio cuando Hoover era jefe de la Administración de Alimentos de Estados Unidos.
El joven impresionó a Hoover y este último terminó siendo su mentor a lo largo de la vida, luego se convirtió en banquero de inversiones y tuvo un éxito tal que se hizo millonario en una década.
Según Richard Pfau, su biógrafo, “Strauss llegó a la cima gracias a su habilidad, su ambición, la elección de la empresa y la esposa adecuadas, y la buena suerte de empezar en un momento próspero”. Se casó con Alice Hanauer, la hija de uno de los socios del banco de inversión para el que trabajaba.
Al mismo tiempo, su cercanía con Herbert Hoover continuaba, por lo cual hizo parte de sus campañas a la presidencia en 1920, 1928, cuando ganó, y 1932.
Hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Strauss alternaba su vida política con su exitosa carrera de banquero y sus decididos esfuerzos por ayudar a las comunidades judías bajo ataque en Europa.
En 1941, se integró al servicio activo del ejército como parte de la Oficina de Artillería. Desde Washington, colaboró en la administración de las municiones de la Armada de Estados Unidos durante la guerra.
Fue una época en la que ascendió en rango e influencia debido a su inteligencia, su trabajo y su habilidad para encontrar aliados en las altas esferas, entre ellos el presidente Harry Truman
Tras la muerte de sus padres a causa del cáncer, decidió dedicar parte de su tiempo y su dinero al desarrollo de tratamientos con radio contra la enfermedad. Fue así como llegó al campo de la energía nuclear. A pesar de su interés por este campo, estuvo relativamente alejado del Proyecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica para Estados Unidos.
Pero poco más de un año después de las detonaciones sobre Hiroshima y Nagasaki, Truman lo nombró como uno de los comisionados de la recién creada Comisión de Energía Atómica. Como parte de esa comisión, Strauss promovió un sistema de vigilancia que detectó el primer ensayo de bomba atómica de la Unión Soviética en 1949.
Ante la constatación de que Estados Unidos había dejado de ser el único país del mundo con bombas nucleares, Strauss defendió a ultranza desarrollar la bomba de hidrógeno, un arma termonuclear mucho más poderosa que la bomba atómica.
Fue entonces cuando Strauss se enfrentó por primera vez con J. Robert Oppenheimer, que venía de ser la cabeza del laboratorio que había logrado construir la bomba atómica en Los Álamos, Nuevo México.
Después de la guerra, Oppenheimer se había convertido en una figura popular, un tecnócrata con gran credibilidad y, por supuesto, una voz autorizada en el campo de las armas nucleares.
Siendo cabeza de la Comisión de Energía Atómica, Strauss mantuvo su rivalidad con Oppenheimer. De hecho, puso como condición para aceptar el cargo que a este último se le mantuviera al margen de toda información clasificada en materia nuclear.
De acuerdo con Pfau, su biógrafo, Strauss fue quien “dominó la política atómica de Estados Unidos más que ningún otro hombre en los años de formación de la era atómica”.
Después de luchar contra un linfoma durante tres años, Strauss falleció a los 77 años en 1974.