¡Ten cuidado con el estrés de segunda mano!

Algunos consejos para evitar el contagio
Ciudad de México, 6 sep (Crisol).- ¿Sabes qué es el estrés de segunda mano? No, no es algo que puedas obtener en una tienda de ropa o artículos usados. Este término se usa para definir, según especialistas, a las emociones que te “contagia” otra persona que está sumamente estresada.
Nos dicen que es similar a cuando ves a alguien bostezar o reír, y automáticamente te dan ganas de hacer lo mismo, aunque no estés cansado o no pasara por tu mente soltar una carcajada en ese momento.
De acuerdo con psicólogos, el estrés de segunda mano es la vulnerabilidad de adquirir el estado estresante de los demás, contagiarse de su nerviosismo y su malestar emocional. Y es algo más común de lo que se cree, pues todos alguna vez nos hemos visto afectados por el estado de ánimo de otras personas.
Por ejemplo, de aquel compañero o compañera de trabajo que se agobia porque se le acaba el tiempo para cumplir un encargo, el amigo que está súper preocupado por sus miles de deudas, o el familiar que siempre está a la defensiva y que todo lo percibe como una amenaza.
Así que frases tan viejas -dichas entre broma y en serio- como “¡me estresas!” o “no traigas aquí tu mala vibra” tienen mucho de realidad, ya que en términos prácticos los seres humanos -queramos o no- solemos contagiarnos de la energía positiva o negativa de los demás. Es lo que se conoce como empatía.
¿Y cómo afecta nuestra salud?
Según un estudio reciente realizado por científicos de la Universidad de California, 26% de personas analizadas mostraron altos niveles de cortisol -la famosa hormona del estrés- con sólo observar a alguien que estaba estresado.
El cortisol aumenta la glucosa en la sangre, mejora su uso en el cerebro y aumenta la disponibilidad de sustancias que reparan los tejidos.
También se comprobó que el nivel de estrés de segunda mano es mucho mayor cuando se ve en quienes se les tiene más cariño como a las parejas sentimentales, por lo que se llega a 40% de personas. En cambio, cuando el estrés se veía en personas desconocidas la cifra bajaba a 24%.
El estudio, publicado en la revista científica Plos One, descubrió que este tipo de estrés se puede contagiar de una manera mucho más fácil al detectar con el olfato el estado emocional de las personas.
Otra investigación reciente del Centro para el Estudio Avanzado del Comportamiento Colectivo, de la Universidad de Constanza, en Alemania, señala que quienes observan escenarios estresantes exhiben cortisol salival más alto, tienen mayor frecuencia cardiaca y alfa-amilasa salival más alta, una sustancia que mide la actividad en el sistema nervioso simpático y el sistema hipotálamo-hipófisis-suprarrenal.
En palabras más sencillas: el estrés de segunda mano afecta nuestro sistema nervioso, lo que se traduce en daños a nuestra salud mental y física sin que nos demos cuenta. Y es que nuestra energía se desvanece y las emociones negativas toman el control.
Tips para no contagiarnos
Los especialistas advierten que cuando no se gestiona adecuadamente el estrés, éste acaba pasándonos una factura física y psicológica. Por ello, nos dicen, de la misma manera que nos protegemos del humo del tabaco de un fumador, debemos cuidarnos también del estrés de las demás personas.
Para protegernos es necesario desarrollar una mente flexible ante los entornos cargados de estrés y otras emociones negativas. Es decir, no está mal sentir compasión por los demás, pero no podemos dejar que su sufrimiento emocional sea parte inseparable de nuestra vida.
De esta manera, los psicólogos recomiendan aplicar la ecpatía, que no es lo opuesto a la empatía, sino más bien un proceso voluntario de exclusión de sentimientos, actitudes, pensamientos y motivaciones inducidas por otros.
Así, debemos realizar actos que neutralicen los efectos negativos de la persona estresada. Por ejemplo, en vez de agrandar el estrés ajeno con reacciones hostiles, podemos ofrecer una sonrisa, un gesto comprensivo, o intentar hablar de algo positivo sobre la apariencia o acciones de la otra persona.
Entonces, aunque parezca cliché, la mejor manera de contrarrestar la negatividad es con positividad, concluyen los especialistas.